Palabras finales
No hay frontera del idioma, de nacionalidad, ni de fe en el amor de padre a sus propios niños y la de otros con esos amores. Después que se informaron en Tejas, EEUU y en Chihuahua, México,"el Fondo Carlos Chan América." fue establecido, dando la prioridad a niños pobres en el Continente del Norte y Sudamérica.
Carlitos y su familia encontraron una entrada a la vida. Sin embargo, la terapia OK-432 todavía no está disponible para muchos niños que sufren de linfangiomas en países extranjeros, y ellos tienen que perder su vida. Muchos se encuentran atascados todavía bajo la puerta financiera.
Aunque un método de tratamiento sea encontrado una vez para una enfermedad mortal, su aplicación todavía permanece a bajo nivel. Debemos hacer un esfuerzo para extender el método del tratamiento a todo el mundo a través de contribuciones a revistas dirigidas a académicos, las presentaciones en conferencias internacionales, la educación de las personas que no están en la sociedad médica, y otro problema - la solución para problemas financieros. Hay muchas cosas que hacer por conquistar tantas enfermedades. Querría transmitir estas cosas a través del caso de Carlos. Espero que este folleto pueda ser de alguna ayuda a los estudiantes que se encuentran a tientas para buscar la manera de "cómo debe ser un médico al tratar un paciente."
La postdata: Cláusula 1, el Artículo 7-2 de l Código Farmacéutico proporciona acerca de drogas huérfanas. El OK-432 fue denominado como una droga huérfana en la Notificación No. 41 del Ministerio de Sanidad y el Bienestar y se publicaron en la gaceta oficial (el volumen 1286). La información que he proporcionado en esta presentación sobre el nacimiento de Carlos hasta tener contacto con el Dr. Morino de la Embajada de Japón en México es por la cortesía del Sr. Yoshinori Nakai, el Corresponsal del Periódico de Mainichi en México de su artículo "Un niño que sufre de una enfermedad insoluble apuesta 'su pequeña vida en Japón" publicado en el semanario de "Sunady Mainichi" en 11 de octubre de 1992.
Shuhei Ogita